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Las letras, los números y Natalia







Es una niña muy obediente y le gusta mucho la lectura. En su casa dispone de una gran biblioteca con muchos libros y cuentos infantiles que lee siempre con un gran entusiasmo.
Hoy se dispone a realizar como siempre sus deberes de matemáticas, así que se dirige a su habitación para recoger la mochila y su estuche con los lápices y bolígrafos que normalmente utiliza en el colegio.
Una vez que cogió su estuche, se dispuso a abrir su cuaderno de deberes. En él comenzó a escribir una redacción y realizó los primeros cálculos de sus deberes de matemáticas cuando de repente:


-          ¡Uy! . Cuidado, que me aplastas- dijo una vocecita que provenía del interior de su cuaderno.


Cuando Natalia fijó la vista en su cuaderno percibió como uno de los números saltaba de reglón en renglón y de fila en fila con aspecto enfadado.



-          ¡Ostras! Pero si es el siete quien me ha hablado- dijo Natalia frunciendo el ceño.


-          Pues claro- dijo malhumorado el siete. ¿Tu también vas a tacharme? – dijo tristemente el número.


-          Pues no. Ya estabas bien donde te había puesto. Así que haz el favor de volver a la línea que te corresponde. Tres más cuatro hacen siete- dijo Natalia.


-          Bueno, al menos tú no me tachas como el resto de niños que odian las matemáticas- dijo el siete volviendo a su sitio.


Natalia siguió escribiendo en su cuaderno y de repente más letras y números aparecían y desaparecían de su vista.


-          ¿Pero que está pasando aquí? – dijo la niña muy asombrada. Los números y las letras parece que se estén volviendo locos- dijo Natalia.


-          Es que tenemos mucho miedo –dijo la a.


-          Últimamente los niños nos tachan y tachan sin parar y cada vez quedamos menos letras y números en el país de los libros- continuó diciendo la o. Si esto continúa así pronto todos los niños dejaran de estudiar y los libros de cuentas y de lectura desaparearan- dijo el tres tristemente.


-          Pero ¿cómo es eso posible?- dijo Natalia.


-          Pues verás. El enemigo número uno de las matemáticas y de los deberes, el señor Tachón ha inventado un plan para deshacerse de nosotros.- dijo el uno. Es que a él nunca le ha gustado estudiar y odia las matemáticas.


-          ¿ Y por qué os odia? ¿ Y qué plan es ese que ha ideado para eliminaros? – dijo Natalia.


-          Pues verás. Ha creado  una tinta imaginaria con la que trasmite a través de la escritura el odio y el resentimiento que él tiene hacia los números y las letras. De esta manera cuando los niños comienzan a realizar sus deberes  hace que les cueste terminarlos y que deseen dejar de estudiar por el cansancio y la dificultad que les implica escribir y calcular. De esta manera son más niños los que no quieren seguir estudiando. Por cada niño que comienza a odiar las matemáticas y el estudio un gran tachón invade nuestro mundo y se lleva consigo a uno de nosotros. Lo deja retenido en su gran castillo del olvido y allí permanece solo y desamparado sin que nadie se acuerde de él. Dentro de poco,  todos iremos a parar allí y entonces los libros de cálculo y de lectura irán desapareciendo por falta de números y de letras con las que escribirse- dijo el cero muy conmocionado.


-          Pero eso no es posible. A mí me gusta mucho leer y hacer los deberes. Ningún señor tachón me va impedir que siga realizándolo- dijo Natalia muy convencida.


-          ¡Ojalá todos los niños pensaran como tú!- dijo la i. Pero no es así. El poder del gran tachón es muy elevado y la fuerza de su tinta maléfica es aún superior. Con ella los hipnotiza y los deja sin fuerzas para continuar haciendo los deberes y los cálculos- continuó explicando la u.



-          Pues tenemos que hacer algo para evitar que aparezcan más tachones y os lleven a ese oscuro castillo del olvido- dijo Natalia.


-          Esto solo sería posible si los niños volvieran a amarnos. Si ellos volviesen a recobrar la ilusión y las ganas de estudiar y eso solo podría conseguirse si hiciésemos desaparecer al gran tachón y a su tinta- dijo el seis.


-          Podemos intentarlo- dijo Natalia. Si pudiéramos contrarrestar el efecto de la tinta del olvido que utilizan los tachones con alguna cosa que evitara que los niños escucharan los mensajes maléficos del señor Tachón cuando escriben en sus cuadernos, quizás conseguiríamos que no dejasen de estudiar- dijo Natalia.


-          Es cierto. ¿Pero cómo podríamos contrarrestar sus efectos? – dijo la O.


-          No lo sé. Tendremos que pensarlo. A mí no me cuesta nada acabar mis deberes porque para mí hacerlos no me significa un gran esfuerzo-  dijo Natalia. Para mi significan algo especial y mientras los escribo y dibujo en mi cuaderno tarareo canciones y melodías. Así me cuesta menos acabarlos porque estoy muy contenta realizándolos- dijo Natalia. Quizás si transmitís música desde vuestro país hacia los cuadernos de los niños, ellos disfrutarían igual que yo haciendo los deberes y continuarían estudiando.


Y dicho esto Natalia se vio transportada al interior de su cuaderno y con gran sorpresa entró a formar parte del país de los libros.


-          ¿Pero qué ha pasado? –dijo Natalia. ¿Dónde estoy? – dijo con gran sorpresa.


-          Creo que ahora formas parte de nosotros. Quizás la alegría y el interés que has demostrado en poder solucionar nuestro problema , ha hecho que te convirtieras en uno de nosotros para poder ayudarnos- dijo la e.


-          Bueno, espero que ya que estoy aquí os sirva de ayuda y que después pueda volver a casa a continuar con mis deberes- dijo Natalia.


En aquel momento miles de tachones aparecieron en el país de los libros y comenzaron a buscar otro número para llevarse al castillo del olvido.


-          ¡Cuidado Natalia. Por allí vienen más tachones!- dijo la u.


Y rápidamente sin apenas darse cuenta el número siete fue acechado por uno de los tachones que lo elevó por los aires hacia su gran castillo.


-          ¡Pero no puede ser!- lloraban todos los números y las letras. Nuestro amigo el siete ha desaparecido también.


-          Tenemos que actuar rápidamente- dijo Natalia.




Para neutralizar el efecto dañino de la tinta del gran Tachón, Natalia pensó que quizás la mejor manera de hacer que los niños no percibieran los mensajes desalentadores de Tachón era mediante el efecto relajante y terapéutico de la música. Si conseguía que los números y las letras aprendieran canciones y las cantarán cuando los niños los registraban en sus cuadernos, los niños se sentirían más relajados y contentos realizando sus deberes y la tinta del olvido dejaría de hacer efecto en la mente de cada uno de ellos. De esta manera hacer los deberes no significaría el gran esfuerzo que hasta ahora estaba  suponiendo en ellos debido al plan del gran Tachón.  Así que de esta manera Natalia comenzó a ser la maestra de música de las pequeñas letras y números.


Juntos comenzaron a elaborar canciones y música para conseguir evitar que le mundo de los libros pronto desapareciese.




Enseguida que Natalia diseñaba una canción, las letras y los números las memorizaban y las recitaban sin parar,  alegremente por todos los cuadernos de los niños cuando éstos se disponían a hacer sus deberes.


Cuando los niños comenzaban a escribir, la tinta del gran tachón comenzaba a hacer efecto pero enseguida  las letras y los números comenzaban a entonar la siguiente canción:

María, María que llega la “a








Tan contenta y risueña como está

Con su gran barriguita te saluda al pasar

María, María que yo soy laa”.

Pepe , Pepe que viene la “e

Divertida y risueña quiere saber

letras y números para poder leer

Enséñale Pepe porque ella es la “e

Pili, Pili que viene la “i

Con su gran sombrero blanco sobre su nariz
Ilusiones, ingenio, ideales te muestro a ti
Y con sigilo respondo al nombre de “ i”
Pol, Pol que llega la “o
Con su boca abierta te responde con desazón
Dibújame con gran devoción
Porque yo soy redonda y me llaman la “o”.
 ¡UHH ¡Cuidado que viene la “u”!
Como un susurro al oído sabe que eres tú
Y se muestra asustada
Porque ella es la “uuuu”.


La mente de los niños cuando sentían la melodía que provenía del mundo de los libros,  rápidamente recobraban las ganas de terminar sus tareas y aprender con los números las matemáticas.


Por cada niño que acababa su tarea aparecía en el mundo de los libros una goma de borrar con la que los números podían ir borrando cada uno de los tachones que el gran Tachón enviaba para llevarse al castillo del olvido.






Con el uno empezamos la carrera de los números
En primer puesto siempre indica cual es la dirección
Al resto de los números

Que le siguen con emoción.

El dos le sigue de cerca

Lleno de ilusión

Porque internamente piensa

Que hoy puede ser  el ganador.

 El tres no para de pensar

Que este año la carrera de los números tiene que ganar
Y situarse el primero de la fila para poder demostrar
Que uno más dos tres han de sumar.

El cuatro lejos está
De la carrera poder ganar
Peros sin descanso y sin dudar
Un sprint  acaba de realizar
 El cinco ya no puede más
Su barriga un poco le ha de pesar
Y aunque no corra mucho ágil está
Y la carrera nunca abandonará

El seis un adelantamiento acaba de hacer
Y al cuatro y al dos pasa sin querer
Ya que por todos los niños sabido siempre es
Que el cuatro y el dos hacen seis.
El siete corre desanimado
Pues siempre es adelantado
Por el uno y el tres
Que corren desenfrenados
El ocho está resignado
A quedar en último puesto cada año
Ya que su peso está un poco elevado
Por los dulces y pasteles que siempre ha devorado.
Y finalmente le sigue el nueve
Que con su alegría siempre se mueve
Y la carrera disfruta siempre que puede
Aunque a la meta nunca llegue.
 Y por fin la carrera ha finalizado
Y el uno confiado este año ha tropezado
Y con sorpresa y alegría los números han celebrado
Que hoy ha sido el nueve quien ha ganado….
 
Gracias a la melodía de los números, en el mundo de los libros comenzó a realizarse una limpieza de tachones y tachaduras.


Natalia pensó que cuando tuvieran más gomas de borrar tendrían que ir en busca de los números y letras que el gran tachón tenía retenidos en su castillo.


Mientras,  el gran tachón comenzaba a sospechar que algo extraño ocurría cuando los tachones que iba enviando al mundo de los números no volvían a aparecer.

-          Algo extraño está pasando- pensaba para sí mismo el gran tachón. Quizás el poder de mi tinta no sea suficiente y los niños continúan haciendo y terminando sus deberes- seguía pensando el gran Tachón. Tendré que inventarme otro plan para hacer que los niños dejen de estudiar- pensaba el gran tachón.


Pero los niños cada vez estaban más contentos realizando sus deberes y los números y las letras seguían cantando las canciones que habían elaborado con Natalia. Y con ello, más gomas de borrar aparecían en el mundo de los libros.




- El momento de enfrentarse con el gran tachón a llegado- dijo Natalia. Ahora disponemos de un número muy elevado de gomas de borrar con las que poder ir al castillo del olvido y borrar  todos los tachones que tienen retenidos a vuestros compañeros- dijo Natalia.



Y dicho esto Natalia, los números y las letras , acompañados por el ejercito de  gomas de borrar que aparecieron en el país de los libros gracias al amor recobrado de los niños por el estudio, se dirigieron sin más demora al castillo del olvido.


Esperaban que el gran Tachón no hubiera descubierto que la tinta había dejado de hacer efecto y que no hubiera realizado cualquier otro malévolo plan.




Así que de repente, Natalia y las miles de gomas , se dirigieron hasta el castillo del olvido volando.


Cuando el gran Tachón vio el cielo cubierto de gomas de borrar salió alarmado en busca de sus tachones para enfrentarse a ellas.


Un ejército de tachones hizo su aparición. Natalia guiaba al ejército de gomas subida en una de ellas y el gran tachón controlaba a todos los tachones y dirigía el contraataque.


Mientras,  Natalia y los números seguían cantando y cantando las canciones que habían escrito  y cada vez más niños terminaban de hacer sus deberes con lo que el número de gomas de borrar se multiplicaba por momentos.




Después de la dura batalla,  el país de los libros quedó limpio de tachones. El gran tachón fue retenido para siempre en su gran castillo del olvido supervisado ahora por un gran ejercito de gomas de borrar que controlarían que nunca más tramara ningún otro plan contra los niños y sus estudios.



De esta manera fue como Natalia ayudó a sus amigos los números y las letras a que no desapareciesen de los libros.


Natalia regresó a su casa más contenta y feliz que nunca ya que ahora sabía que si un tachón aparecía en algún cuaderno de los niños, siempre existiría una gran goma de borrar con la que eliminarlo de sus deberes.




Y colorín , colorado este cuento se ha acabado.


Por Mónica Zambrano. Los wikicuentos multiculturales.

Versión en inglés


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